martes, 11 de marzo de 2008

¿Dónde me siento?

¿Dónde me siento? Preguntamos cuando vamos a cenar a casa de alguien, o cuando viajamos en el coche de otra persona, o cuando llegamos el primer día a un trabajo. Nos gusta saber dónde está nuestro lugar, dónde colocar nuestras cosas, dónde crear un pequeño espacio que sea nuestro, y en el que podamos estar a gusto. En los casos anteriores, es fácil obtener una respuesta de alguien que tiene la solución para la pregunta, y no deja de ser un alivio el que te asignen tu sitio, pero cuando intentamos buscar nuestro sitio en la vida, ¿a quién preguntamos?, y más difícil aún, ¿quién tiene la respuesta?.....No basta con lanzar la pregunta al aire, porque, aunque podéis intentarlo, como mucho, la única respuesta que obtengáis será la que produce el eco, y casi es peor, porque no te da una respuesta, sino que repite, en voz más alta, la pregunta a la que tú estás intentando buscar una solución…

Para esta pregunta, yo todavía no he encontrado una respuesta, quizás forme parte del misterio de la vida, y sea una de nuestras misiones mientras vivimos: buscar nuestro lugar, pero, ¿por dónde empezar? ¿Dónde buscar?

A mí me asaltan dudas todos los días, y a menudo suelo encontrarme de repente en algún sitio preguntándome: ¿qué hago aquí?

¿Habrá respuesta para la búsqueda de nuestro sitio en la vida? ¿Habrá algún día en el que sintamos que estamos en el lugar adecuado? ¿Sabremos que lo hemos encontrado? ¿Será que la vida es una búsqueda constante?

Mientras intentamos encontrar la respuesta, creo que no nos queda más remedio que ir probando, y descartando opciones. Nadie dijo que vivir fuera fácil, pero hay veces que resulta más complicado que otras, y el vivir conforme a lo que queremos y creemos, no siempre es compatible con lo que nos ha tocado vivir, y es cuando se complica más la pregunta, porque: qué hacer: ¿vivir según nuestros principios, o vivir según las oportunidades que se nos presentan? ¿Vivir mejor, o buscar una vida mejor? ¿Ser realista y aceptar que una cosa es la vida ideal que nos gustaría vivir, y otra muy diferente la realidad que nos ha tocado vivir, o intentar buscar la felicidad por encima de todo?

Yo todavía no he encontrado respuesta a la mayoría de estas preguntas, es más, cada día me surgen más dudas sobre si la vida que vivo es la que me gusta, o cambiaría algo… Creo que aún soy joven para decir que he encontrado “mi lugar” en la vida, y aunque me gustaría tener una respuesta, me temo que tendré que seguir buscando y descubriendo hacia qué camino dirigirme. Pero no podemos descuidarnos en la búsqueda de nuestro sitio en la vida, porque tener poca edad, no siempre significa ser joven, y tampoco sabemos cuánto va a durar nuestra vida, con lo cual, no sabemos cuándo empieza a ser tarde, así que, sin prisa pero sin pausa, como suele decirse, yo voy indagando qué lugar me gustaría ocupar en este escenario en el que vivimos, y como no lo tengo aún claro, de momento me conformaré con poder elegir el asiento del avión, del autobús o del cine. Y como encontrar mi sitio en esta vida, en este mundo, me parece algo muy ambicioso, sólo espero que llegue un día en el que viendo salir el sol, sienta que ese es el lugar desde el que quiero ver amanecer el resto de los días…y ese día sabré que he encontrado mi sitio.

martes, 4 de marzo de 2008

¡Qué pena y qué miedo!

No puedo por menos de comentar la pena que me dan los niños de hoy en día.... y hablo de los niños de este "primer"¿? mundo en el que nos ha tocado vivir, y que es una pena muy diferente a la que siento por los niños que viven, o más bien, sobreviven, en lugares marginados por el "primer mundo". Y a la vez siento miedo, más bien, pánico, porque uno de esos niños, sea algún día, mi hijo. Yo viví una infancia muy feliz, rodeada de elememtos, objetos....., COSAS, que se convertían, con un poquito de imaginación, en juguetes. Nadie me compró una casita prefabricada para meterme dentro, yo la construí con el tendal de toda la vida, y unas sábanas que, con una tierna mirada y un poco de insistencia, conseguía que mi madre me dejara. Y la tarde se me pasaba ideando cómo colocar ese trozo de tela para darme cobijo debajo de una estructura con cuerdas por encima. La verdad es que pasaba más tiempo haciendo de albañil que disfrutando del pequeño hogar, pero aún así, si me decían que era hora de recoger, bañarse y acostarse, yo lo hacía sin rechistar, orgullosa de mi creación, y esperando que llegase mañana para ver, si dandome más prisa, me daba tiempo a idear cómo iba a hacer el salón, y una cama y la cocina, y ya estaba pensando que la bicicleta estática de mi padre, que nunca llegó a usar, me serviría, con otra de mis tiernas miradas, para huir de los indios que vendrían a destruir, otra vez, mi hermosa casa. Tengo infinidad de ejemplos de este tipo, que no voy a contar aquí, aunque me quedo con ganas, pero que sirven para ratificarme en que los niños de hoy en día me dan pena, porque todo lo solucionan con la frase: "me tienes que comprar..", que además, ya impone una acción. Pero, pensandolo mejor, no sé quién tendrá más culpa, y quién me da más pena, si el niño que exige, o los padres que consienten (eso lo dejaré para otro día). Lo cierto es que, viendo que hoy día todos los niños son iguales, me da pánico pensar que si un hijo mío nace en esta sociedad, sea igual. Por si acaso, me he prometido tener siempre en casa un tendal, y una bici estática, ..........por si vienen los indios!!!

sábado, 8 de diciembre de 2007

Me gusta el lujo

Me gusta el lujo, no puedo evitarlo. Me encanta rodearme de esos “pequeños” detalles que hacen que la vida sea más agradable. No sé si me gusta el lujo porque estoy acostumbrada a él desde que era pequeña, o porque he ido descubriendo, con el paso del tiempo, los placeres que reporta. El lujo es algo a lo que ya no puedo ni quiero renunciar, porque no sabría vivir sin él. Ha pasado a formar parte de mi vida cotidiana.

Hoy no me imagino la vida sin el lujo del beso de mi amor antes de dormir, sin el lujo de tener un amigo, sin el lujo de saber que mi familia está ahí…….no puedo renunciar al lujo de conocer lo que es ser feliz.

Renuncio al lujo de la riqueza, del poder….., el lujo que yo ambiciono y al que aspiro, y que reconozco con orgullo que poseo, va por encima de la grandeza entendida como lujo material. Como decía J. Sabina en una canción: “tenemos el lujo de no tener hambre”, ¡y qué verdad es! Hay veces que no valoramos el detalle más sencillo, y confundimos la felicidad de tener con la felicidad que produce el sentir. Creo que una rosa, en el momento adecuado, es mayor lujo que el lujo de tener una casa rodeada de rosales: una rosa la puedes coger con tu propia mano, y olerla y tocarla, pero no podrías ir oliendo y tocando todas las rosas del jardín, porque terminarías cansándote, te pincharías con alguna y todas acabarían pareciéndote iguales. Por eso no quiero renunciar al lujo de lo cotidiano, de lo sencillo, de sentirme afortunada por todo lo que tengo, de saber que realmente el dinero no da la felicidad (aunque reconozco que ayuda un poquito, para qué vamos a engañarnos), pero el lujo de verdad, el mayor de los lujos, está más cerca de nosotros de lo que imaginamos, pero a veces no sabemos verlo.

¿No os parece un lujo poder ver una puesta de sol, oír el silencio en un bosque sombrío, sentir un escalofrío causado por una caricia, oler el aroma del tomillo? Quizás lo que me ocurre es que tengo tantos buenos recuerdos de momentos como estos, que añoro que ahora mismo no vuelvan a ocurrir, y recordándolos, considero que sería un lujo el que ahora mismo se repitieran.

Sí, decididamente me encanta el lujo, soy afortunada por ello, y espero continuar teniendo una vida muy lujosa ;)

viernes, 7 de diciembre de 2007

¡Ya es Navidad otra vez!

Cada año lo entiendo menos, quizás me esté haciendo mayor y la niña que queda dentro de mí, va desapareciendo sin poder evitarlo, pero la Navidad, para mí, ya no es lo que era, y me da mucha pena reconocerlo.

Estas fechas se han convertido en un absurdo que no soy capaz de explicarme, y hay tantas situaciones incomprensibles que mi cabeza no para de darle vueltas sin parar. Para empezar, en una sociedad cada vez más agnóstica, ¿qué sentido tiene que todos celebremos la Navidad? Creo que la gente tendría que ser fiel a sus principios, y si no tienen nada que celebrar en estas fechas, agarrarse a sus convicciones y no caer en el embrujo de estas fechas, porque no olvidemos que la Navidad es un fiesta religiosa...pero claro, son días de vacaciones, entonces ¡Feliz Navidad para todos a diestro y siniestro!

Luchamos contra la obesidad infantil, pero en estas fechas abundan los dulces por todos los rincones de la ciudad…y ya no importa que el niño se coma un polvorón detrás de otro, siempre que deje de comer los bollos industriales en la merienda, por supuesto.

El cambio climático está en boca de todos, y no hace mucho, el apagón generalizado de muchos monumentos de nuestras ciudades durante un minuto, supusieron un ahorro considerable de energía, que viene a demostrar que si queremos, podemos contribuir a cuidar nuestro planeta, pero en estas fechas de buenos deseos hay que demostrar que no importa un gasto desmesurado de luz cuando lo que se trata es de adornar nuestras casas, las ciudades, pueblos y centros comerciales. ¿Dónde quedará el ahorro de un minuto de oscuridad al lado de este despilfarro de energía durante más de un mes?

El año nuevo nos trae nuevos y típicos propósitos: adelgazar, ahorrar, dejar de fumar…pero nunca nos proponemos ahorrar energía, utilizar más el transporte público, comenzar a reciclar…y es una buena época, porque la cantidad de envoltorios que se generan en cada casa es considerable.

La cena de empresa es ese momento en el que nos vemos con los compañeros detrás de una mesa que no es la de la oficina, y unas veces nos agrada, pero otras resulta un suplicio asistir a lo que, en principio, tendría que ser un momento feliz. Luego vienen las cenas con unos amigos y con otros, y da pena cuando terminamos “cansados” de tantas cenas y comidas, cuando en las afueras de nuestra propia ciudad, hay gente cansada de no comer nada un día detrás de otro.

La cesta de Navidad es de las cosas que peor llevo: se supone que si te dan una cesta de Navidad, es porque tienes la suerte, hoy día, de estar trabajando, y de estar ganando un dinero, que aunque sea poco, seguro que da para comprar una barra de turrón y una botella de champagne. ¿Por qué no invertir ese dinero en la gente que de verdad lo necesita? Sobre todo cuando la mayoría de los componentes de dicha cesta no suelen de ser del todo de nuestro agrado, y muchos terminan almacenados en las estanterías de nuestras cocinas, incluso llegan a caducar sin abrirlos nunca.

Regalar y regalar, pero siempre a los nuestros. Hoy día todos los días nos regalamos algo, ya seamos mayores o pequeños, ¿qué sentido tiene seguir regalando por la obligación que dicta una fecha señalada?

Es un tiempo de estar felices y contentos, pero el mal humor abunda por todos los lugares, ya sea por los atascos de tráfico, por la cantidad de gente que nos amontonamos en las tiendas, porque no encontramos el regalo que queríamos, porque tenemos que cenar con la familia política….y también la tristeza protagoniza estas fiestas, debido al recuerdo de todos los que no pueden acompañarnos porque ya no están con nosotros.

Podría seguir relatando muchos más motivos que hacen que la Navidad ya no sea lo que era antes, por lo menos para mí, que se resumía a reunirme con mi familia y a esperar a los Reyes Magos que me traerían, como mucho, tres cositas (en total). Recuerdo tocar la pandereta con mi hermana y mis primas, alrededor de un Nacimiento gigante, adornado con el espumillón de toda la vida plateado y dorado, y un ambiente familiar cálido y tranquilo que hoy día me llena de nostalgia, y que me hace conreir. Se respiraba un ambiente que no he vuelto a vivir, pero por lo menos me queda el consuelo de haberlo vivido alguna vez.

¡Feliz Navidad y feliz año 2.008!

jueves, 6 de diciembre de 2007

Quince Años

Llevamos juntos mucho tiempo, tanto, que a veces me parece increíble lo rápido que han pasado los años. Hemos compartido paseos, viajes, momentos buenos y malos, nos hemos quedado dormidos juntos y juntos hemos empezado un nuevo día, compartiendo el café y las galletas del desayuno. Sé lo que me quiere decir sin necesidad de palabras, su mirada me lo dice todo, sólo tengo que ver un gesto, un ademán, para saber exactamente lo que me quiere decir. Siempre está ahí, esperándome, aunque discutamos, y tengo que reconocer que suelo empezar yo, por algo que hace o que no hace, pero siempre está dispuesto a olvidarlo todo y salir a mojarnos bajo la lluvia, o a dar un paseo por el camino que lleva a ninguna parte, pero es la excusa perfecta para estar juntos. No necesita nada más que mi mano sobre su cabeza, una caricia en el momento adecuado es lo único que le hace falta para perdonarme por mi mal malhumor. Le quiero mucho, y sé que él, aunque es incapaz de decírmelo, también me quiere, a su forma y a su modo, pero no hacen falta palabras para saber algo que simplemente se siente. Me gusta observarle sin que él lo sepa, es divertido, ocurrente, guapo, tiene una mirada muy dulce, y aunque las canas van revelando sobre su cabeza el paso del tiempo, nunca pierde su espíritu infantil, y sigue viendo la vida con ojos de niño. Me duele pensar que un día pueda dejarme, la vida es así, para todos hay un final, y él no va a ser menos, pero de momento no lo pienso, prefiero disfrutar del tiempo que aún tenemos. ¡¡Quince años juntos!! Me sigue pareciendo mentira..... Pero no quiero aburriros más con mis sentimientos y mi melancolía. Mañana será otro día que empezaré, como tantas mañanas, junto a él, con nuestro paseo y sus galletas, con sus ojos alegres dándome los buenos días y su naricilla olisqueando mi mano. Es Golfo, es mi perro, el que siempre me está esperando y al que nunca le había escrito nada..... y ya iba siendo hora.

(Meses después, Golfo falleció. El 2.007 siempre será una fecha para recordar)

martes, 14 de agosto de 2007

En ocasiones veo muertos

En ocasiones veo muertos, me ocurre a menudo: muertos de risa, muertos de hambre, muertos de cansancio, muertos de asco, muertos de miedo, muertos de sueño, incluso hay quien muere de amor. ¿Por qué muere tanta gente a lo largo del día? Hay gente que muere varias veces al día y por diferentes motivos....Empiezo a pensar que no son los gatos los únicos que presumen de tener siete vidas!

¿Será una forma de quitarle importancia a la palabra "muerte"?. Esa palabra que tarde o temprano, todos tendremos que utilizar en primera persona. Yo, hasta ahora, no había probado a conjugar este verbo, porque suena muy mal eso de: "yo muero", y tampoco es un ejemplo que se utilice en el colegio para aprender a conjugar verbos de la tercera conjugación.

¿Se puede morir de vida? Igual que se muere de otras tantas cosas.....¿por qué no morir de tanto vivir?.

Creo que la muerte no es sólo ese temido momento, al menos por mí, en el que el corazón deja de latir (siempre me ha resultado "graciosa" la frase: ha muerto por una parada cardíaca. Pues claro, de eso moriremos todos, ¿no?)

Morir es no vivir, y hay momentos en vida, en los que morimos.

¿Tenemos miedo a la muerte? yo confieso que sí, y prefiero no pensar deamsiado en ella. Creo que en el fondo, todos tenemos un cierto respeto a esta palabra, por eso me parece que la utilizamos tan a menudo, para irnos acostubrando a su sonido, y la utilizamos varias veces a lo largo del día, a veces, con el sentido contrario al que tiene, porque morir de risa, no quiere decir que lo esté pasando mal, al contrario, es una de las mejores formas de pasar el tiempo en esta vida, un deporte muy recomendado y del cual se han descrito muchos beneficios.

Yo también me muero varias veces al día, sin darme cuenta, claro que cuando muramos de verdad, tampoco nos daremos ya cuenta de nada, no?.

Pero mientras no muera por no vivir....estaré contenta. Me refiero a que hay veces que estando vivos, no vivimos. Esto me anima a confesaros que en ocasiones, también veo muertos vivientes, y estos me dan aún más pena, porque tienen la vida en sus manos, pero parece que se la ceden a la muerte sin resistencia, no aprovechan el lujo de estar vivos y de poder vivir.

Morimos de pena y de risa, morimos de amor y de tristeza........ ¿por qué no dejamos de morir y VIVIMOS de amor y con amor, de risa y con risa....? dejemos este verbo para el momento que nos toque "vivirlo" y saquemos partido a la vida, al máximo, con un pensamiento presente: sólo se vive una vez, al menos la vida actual, quién sabe si nos podremos re-encarnar, vivir la vida eterna, etc... Pero la vida que tenemos en este momento es ésta, y por ello, hay que hacer de ella que sea única y maravillosa, viviendola, y no dejandola pasar de largo.

En fin, no sé cómo he llegado a pensar hoy en este tema, pero ¿sabéis una cosa? me voy a la cama, ¡me muero de sueño!