sábado, 8 de diciembre de 2007

Me gusta el lujo

Me gusta el lujo, no puedo evitarlo. Me encanta rodearme de esos “pequeños” detalles que hacen que la vida sea más agradable. No sé si me gusta el lujo porque estoy acostumbrada a él desde que era pequeña, o porque he ido descubriendo, con el paso del tiempo, los placeres que reporta. El lujo es algo a lo que ya no puedo ni quiero renunciar, porque no sabría vivir sin él. Ha pasado a formar parte de mi vida cotidiana.

Hoy no me imagino la vida sin el lujo del beso de mi amor antes de dormir, sin el lujo de tener un amigo, sin el lujo de saber que mi familia está ahí…….no puedo renunciar al lujo de conocer lo que es ser feliz.

Renuncio al lujo de la riqueza, del poder….., el lujo que yo ambiciono y al que aspiro, y que reconozco con orgullo que poseo, va por encima de la grandeza entendida como lujo material. Como decía J. Sabina en una canción: “tenemos el lujo de no tener hambre”, ¡y qué verdad es! Hay veces que no valoramos el detalle más sencillo, y confundimos la felicidad de tener con la felicidad que produce el sentir. Creo que una rosa, en el momento adecuado, es mayor lujo que el lujo de tener una casa rodeada de rosales: una rosa la puedes coger con tu propia mano, y olerla y tocarla, pero no podrías ir oliendo y tocando todas las rosas del jardín, porque terminarías cansándote, te pincharías con alguna y todas acabarían pareciéndote iguales. Por eso no quiero renunciar al lujo de lo cotidiano, de lo sencillo, de sentirme afortunada por todo lo que tengo, de saber que realmente el dinero no da la felicidad (aunque reconozco que ayuda un poquito, para qué vamos a engañarnos), pero el lujo de verdad, el mayor de los lujos, está más cerca de nosotros de lo que imaginamos, pero a veces no sabemos verlo.

¿No os parece un lujo poder ver una puesta de sol, oír el silencio en un bosque sombrío, sentir un escalofrío causado por una caricia, oler el aroma del tomillo? Quizás lo que me ocurre es que tengo tantos buenos recuerdos de momentos como estos, que añoro que ahora mismo no vuelvan a ocurrir, y recordándolos, considero que sería un lujo el que ahora mismo se repitieran.

Sí, decididamente me encanta el lujo, soy afortunada por ello, y espero continuar teniendo una vida muy lujosa ;)

viernes, 7 de diciembre de 2007

¡Ya es Navidad otra vez!

Cada año lo entiendo menos, quizás me esté haciendo mayor y la niña que queda dentro de mí, va desapareciendo sin poder evitarlo, pero la Navidad, para mí, ya no es lo que era, y me da mucha pena reconocerlo.

Estas fechas se han convertido en un absurdo que no soy capaz de explicarme, y hay tantas situaciones incomprensibles que mi cabeza no para de darle vueltas sin parar. Para empezar, en una sociedad cada vez más agnóstica, ¿qué sentido tiene que todos celebremos la Navidad? Creo que la gente tendría que ser fiel a sus principios, y si no tienen nada que celebrar en estas fechas, agarrarse a sus convicciones y no caer en el embrujo de estas fechas, porque no olvidemos que la Navidad es un fiesta religiosa...pero claro, son días de vacaciones, entonces ¡Feliz Navidad para todos a diestro y siniestro!

Luchamos contra la obesidad infantil, pero en estas fechas abundan los dulces por todos los rincones de la ciudad…y ya no importa que el niño se coma un polvorón detrás de otro, siempre que deje de comer los bollos industriales en la merienda, por supuesto.

El cambio climático está en boca de todos, y no hace mucho, el apagón generalizado de muchos monumentos de nuestras ciudades durante un minuto, supusieron un ahorro considerable de energía, que viene a demostrar que si queremos, podemos contribuir a cuidar nuestro planeta, pero en estas fechas de buenos deseos hay que demostrar que no importa un gasto desmesurado de luz cuando lo que se trata es de adornar nuestras casas, las ciudades, pueblos y centros comerciales. ¿Dónde quedará el ahorro de un minuto de oscuridad al lado de este despilfarro de energía durante más de un mes?

El año nuevo nos trae nuevos y típicos propósitos: adelgazar, ahorrar, dejar de fumar…pero nunca nos proponemos ahorrar energía, utilizar más el transporte público, comenzar a reciclar…y es una buena época, porque la cantidad de envoltorios que se generan en cada casa es considerable.

La cena de empresa es ese momento en el que nos vemos con los compañeros detrás de una mesa que no es la de la oficina, y unas veces nos agrada, pero otras resulta un suplicio asistir a lo que, en principio, tendría que ser un momento feliz. Luego vienen las cenas con unos amigos y con otros, y da pena cuando terminamos “cansados” de tantas cenas y comidas, cuando en las afueras de nuestra propia ciudad, hay gente cansada de no comer nada un día detrás de otro.

La cesta de Navidad es de las cosas que peor llevo: se supone que si te dan una cesta de Navidad, es porque tienes la suerte, hoy día, de estar trabajando, y de estar ganando un dinero, que aunque sea poco, seguro que da para comprar una barra de turrón y una botella de champagne. ¿Por qué no invertir ese dinero en la gente que de verdad lo necesita? Sobre todo cuando la mayoría de los componentes de dicha cesta no suelen de ser del todo de nuestro agrado, y muchos terminan almacenados en las estanterías de nuestras cocinas, incluso llegan a caducar sin abrirlos nunca.

Regalar y regalar, pero siempre a los nuestros. Hoy día todos los días nos regalamos algo, ya seamos mayores o pequeños, ¿qué sentido tiene seguir regalando por la obligación que dicta una fecha señalada?

Es un tiempo de estar felices y contentos, pero el mal humor abunda por todos los lugares, ya sea por los atascos de tráfico, por la cantidad de gente que nos amontonamos en las tiendas, porque no encontramos el regalo que queríamos, porque tenemos que cenar con la familia política….y también la tristeza protagoniza estas fiestas, debido al recuerdo de todos los que no pueden acompañarnos porque ya no están con nosotros.

Podría seguir relatando muchos más motivos que hacen que la Navidad ya no sea lo que era antes, por lo menos para mí, que se resumía a reunirme con mi familia y a esperar a los Reyes Magos que me traerían, como mucho, tres cositas (en total). Recuerdo tocar la pandereta con mi hermana y mis primas, alrededor de un Nacimiento gigante, adornado con el espumillón de toda la vida plateado y dorado, y un ambiente familiar cálido y tranquilo que hoy día me llena de nostalgia, y que me hace conreir. Se respiraba un ambiente que no he vuelto a vivir, pero por lo menos me queda el consuelo de haberlo vivido alguna vez.

¡Feliz Navidad y feliz año 2.008!

jueves, 6 de diciembre de 2007

Quince Años

Llevamos juntos mucho tiempo, tanto, que a veces me parece increíble lo rápido que han pasado los años. Hemos compartido paseos, viajes, momentos buenos y malos, nos hemos quedado dormidos juntos y juntos hemos empezado un nuevo día, compartiendo el café y las galletas del desayuno. Sé lo que me quiere decir sin necesidad de palabras, su mirada me lo dice todo, sólo tengo que ver un gesto, un ademán, para saber exactamente lo que me quiere decir. Siempre está ahí, esperándome, aunque discutamos, y tengo que reconocer que suelo empezar yo, por algo que hace o que no hace, pero siempre está dispuesto a olvidarlo todo y salir a mojarnos bajo la lluvia, o a dar un paseo por el camino que lleva a ninguna parte, pero es la excusa perfecta para estar juntos. No necesita nada más que mi mano sobre su cabeza, una caricia en el momento adecuado es lo único que le hace falta para perdonarme por mi mal malhumor. Le quiero mucho, y sé que él, aunque es incapaz de decírmelo, también me quiere, a su forma y a su modo, pero no hacen falta palabras para saber algo que simplemente se siente. Me gusta observarle sin que él lo sepa, es divertido, ocurrente, guapo, tiene una mirada muy dulce, y aunque las canas van revelando sobre su cabeza el paso del tiempo, nunca pierde su espíritu infantil, y sigue viendo la vida con ojos de niño. Me duele pensar que un día pueda dejarme, la vida es así, para todos hay un final, y él no va a ser menos, pero de momento no lo pienso, prefiero disfrutar del tiempo que aún tenemos. ¡¡Quince años juntos!! Me sigue pareciendo mentira..... Pero no quiero aburriros más con mis sentimientos y mi melancolía. Mañana será otro día que empezaré, como tantas mañanas, junto a él, con nuestro paseo y sus galletas, con sus ojos alegres dándome los buenos días y su naricilla olisqueando mi mano. Es Golfo, es mi perro, el que siempre me está esperando y al que nunca le había escrito nada..... y ya iba siendo hora.

(Meses después, Golfo falleció. El 2.007 siempre será una fecha para recordar)